Artículos periodísticos y de investigación

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7 de marzo de 2009

LOS SOFISTAS DE LA GRECIA ANTIGUA

LOS SOFISTAS DE LA GRECIA ANTIGUA
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete


El término sophistes significa “maestro en sabiduría, maestría o pericia en alguna cosa”. Hesíodo, utilizó el término sophíe con el significado de experiencia o maestría en el sentido espiritual y es quien utiliza por primera vez el verbo sophízesthai cuando se dispone a dar a su hermano Perses consejos sobre navegación, a pesar de no ser un experto en este arte (nautilíes sesophisménos).

Refiere Bertrand Russell que “En una época en que había en Grecia muy escasa enseñanza sistemática, si es que había alguna, los sofistas realizaron esa labor. Eran maestros ambulantes, que daban lecciones sobre una base puramente profesional. La más respetable de sus actividades fue simplemente la provisión de una cultura literaria. Pero hubo otros que enseñaron materias de importancia práctica más inmediata” (“La sabiduría de Occidente”).

Los sofistas, eran hombres elocuentes, dialécticos, conferenciantes públicos, filósofos prácticos, precursores de la educación superior que estaban orientados a la aplicación del aspecto social de la ciencia; fueron maestros que arribaron a Atenas, procedente de ciudades extranjeras, con el fin de “popularizar los conocimientos”. Lograron incursionar en la política, la moral, la religión, la educación, el lenguaje y realizaron una permanente labor crítica de las instituciones.

Sabían o simulaban muy bien saber de todo: aritmética, geometría, astronomía, música, retórica, política, fonética, pintura, música, arte, entre otros, pero centraron su filosofía en problemas antropológicos frente a lo cosmogónico y cosmológico de los filósofos presocráticos.

Los sofistas, inicialmente, eran hombres prácticos, enseñaban los métodos adecuados y eficaces para llegar al conocimiento, encontrar la verdad, saber vivir bien, gobernar bien y vencer al adversario en las luchas políticas. Enseñaban la areté o virtud, el dominio de las palabras para ser capaces de persuadir a otros y ganar en una contienda política. Con las palabras de Protágoras, diríamos que los sofistas se preocupaban en “Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles”.

Los sofistas practicaron el relativismo, al negar la existencia de una verdad universal, absoluta y necesaria ante el escepticismo de obtener un conocimiento verdaderamente objetivo de la naturaleza última del universo. Pero también cultivaron el escepticismo, pues no creían que el ser humano fuese capaz de conocer una verdad general y válida para todos; decían que “Cada quien tiene su verdad”, por lo que tantas verdades hay como personas pensantes. Protágoras afirmaba: “Como cada cosa me aparece, así es para mí; y como aparece a ti, así es para ti”.

Pero también los sofistas fueron expertos en la erística, es decir, en el arte de discutir; dominaron la retórica y el arte de pronunciar bellos y magníficos discursos; percibieron honorarios por sus enseñanzas a familias y jóvenes de poder económico, hecho por el cual Platón y Aristóteles los denominaron “mercaderes de la enseñanza”.

Demostraron ser capaces de distinguir entre las leyes sociales (nómos) que son productos del hombre, y las leyes de la naturaleza (Phycis). Las leyes eran para ellos simples convencionalismos humanos, normas adoptadas para vivir como personas civilizadas y no como animales.

Los sofistas llegaron a introducir el nuevo concepto filosófico: Eudaimonía o felicidad del ser humano, aunque no constituyeron nunca una escuela unitaria, eran un grupo heterogéneo con puntos concordantes en común, como el relativismo, empirismo, agnosticismo y ateísmo.

Los sofistas fueron reprochados por Aristófanes, Jenofonte, Platón, Isócrates y Aristóteles. Para Aristófanes los sofistas carecían de todo sentido ético y sabían cómo ganar las causas malas con tal de que se les pague; Jenofonte los califica de corruptores de la juventud y de simples eruditos recopiladores; Platón veía en los sofistas a comerciantes charlatanes que alaban sus mercancías para venderlas de cualquier manera y eran sabios en apariencia; Isócrates, por su parte, critica a los sofistas de su época al presentarlos como individuos de escasa talla intelectual y que tienen por meta el lucro personal; finalmente, para Aristóteles los sofistas son unos pseudofilósofos que tratan de impresionar con la prédica de una falsa sabiduría.
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